Leyendo un artículo de la periodista, científica y doctora en microbiología Jo Marchant, publicado en la revista Nature en octubre de 2015, en el que aboga por rescatar la parte útil de las terapias alternativas en contra de muchas reacciones disuasorias, nos ha abierto una línea de reflexión que queremos compartir con nuestros amigos.
Entre las reacciones disuasorias existen opiniones como que incorporar estas terapias promueve el pensamiento mágico y disminuye la confianza en la medicina convencional.
No se trata de rechazar la medicina convencional para instaurar las terapias alternativas, pues está claramente demostrado el beneficio histórico que la medicina convencional ha aportado a la humanidad.
Pero también nos tenemos que preguntar, ¿quién no conoce a alguien que padeciendo una patología y habiendo estado en manos de la medicina convencional, no ha obtenido mejoría, curación o algún resultado positivo para resolver su enfermedad?, ¿a alguien que después de haber sido tratado por la medicina convencional no solo no ha obtenido resultado alguno sino que ha desarrollado nuevas patologías?
Es natural que el ser humano, en el intento de recuperar su bienestar, busque otras opciones para mejorar su calidad de vida.
Que estas terapias estén teniendo cada vez más penetración en nuestra sociedad, debería también abrir una reflexión profunda en todos los profesionales de la salud. Las agendas apretadas, el exceso de trabajo de profesionales, el recorte de medios… además de proporcionar en muchos casos una menor calidad asistencial, supone a menudo un fracaso en la faceta más humana de su atención.
Conversación, ambiente, contacto físico… cada vez es más difícil encontrarlo cuando vamos al médico. ¿Cuántas veces hemos salido de una consulta médica con la sensación de que no nos han escuchado lo suficiente, de que no nos han concedido el tiempo que necesitábamos o sintiendo que el profesional no ha conectado con nosotros?
La confianza que un profesional infunde cuando el trato es humano y cercano, se traduce en que el paciente desarrolle una actitud positiva frente a su enfermedad.
Como decía William Osler, “El buen médico trata la enfermedad; el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad”.
Volviendo a las terapias alternativas, hay que decir que no están aceptadas en nuestro sistema de salud porque no cumplen las reglas del pensamiento científico.
A pesar de esto, muchas de ellas ofrecen resultados positivos en numerosas dolencias. Resultados que pueden no tener una explicación científica, pero que al fin y al cabo han ayudado a que la persona se sienta mejor.
Muchos detractores de estas terapias hablan de un efecto placebo.
¿Debemos rechazar una terapia que ha demostrado ser eficaz solo porque la ciencia hoy por hoy no puede explicar por qué lo es?
El Dr. Xavier Bonfill, médico y director de la organización Cochrane Iberoamericana, encargada de revisar y analizar la literatura científica para mejorar la medicina, se muestra a favor de utilizar todas las terapias que hayan demostrado ser eficaces o aporten eficacia adicional a otros tratamientos, sean convencionales o alternativas, sean cuales sean sus mecanismos de acción, aunque el mecanismo de acción sea el efecto placebo. Porque el efecto placebo existe, no es baladí ni mágico. Debería ser un aliado.
Resulta interesante recordar algunas pinceladas del documento que acaba de publicar la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el que tras poner de manifiesto una vez más la importancia que en todo el mundo están adquiriendo las medicinas tradicionales y complementarias, insiste en “la necesidad no solo de que su ejercicio sea regulado por todos los gobiernos sino de que se incorporen en todos los sistemas de salud”.
Ha publicado unas directrices recogidas en el documento Estrategia de la OMS sobre Medicina Tradicional 2014-2023. En él se evalúa el período 2002-2005 y se sugiere directamente a las naciones miembros que “incorporen a sus sistemas públicos de salud las medicinas tradicionales y complementarias en el próximo decenio”.
La propia directora general de la OMS Margaret Chan dijo durante el congreso que la OMS celebró en 2008 en Pekín: “No tiene por qué haber conflicto entre la medicina tradicional y la occidental. En el ámbito de la atención primaria ambas pueden combinarse de forma armoniosa y beneficiosa de manera que el sistema aproveche lo mejor de ambas y una compense las deficiencias de la otra. Obviamente eso no va a acaecer espontáneamente, hay que tomar deliberadamente decisiones normativas. Y es posible hacerlo”.
Indicar que lo que entendemos como terapias alternativas para la OMS se trata de medicina tradicional y medicina complementaria. La medicina tradicional la define como “la suma total de los conocimientos, capacidades y prácticas basadas en las teorías, creencias y experiencias propias de diferentes culturas, sean explicables o no, utilizadas para para mantener la salud y prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas y mentales”.
Y la medicina complementaria “como el conjunto de prácticas de atención de salud que no forman parte de la tradición ni de la medicina convencional de un país dado ni están totalmente integradas en el sistema de salud predominante”
Ojalá que el resultado de este debate cada vez más extendido en la sociedad, sea hacer las cosas cada día mejor con las personas que acuden a los profesionales, sea cual sea su ámbito de actuación, para mejorar su salud y calidad de vida.