Porque “enfriamos” el metabolismo.
En muchas ocasiones, comer poco, en contra de lo que la mayoría de nosotros pensamos, no ayuda a bajar los kilos que nos molestan, sino todo lo contrario. La escasez de alimentos es interpretada por el cuerpo como un estado de inanición, es como si el cuerpo dijese “tengo que aprovechar al máximo cualquier recurso nutritivo porque no sé cuándo volveré a recibir alimento”. Entonces, en lugar de quemar lo que comemos, se va a almacenar en forma de grasa. Hasta la lechuga puede convertirse en grasa.
La falta de alimento provoca además que el organismo economice al máximo las reservas, tampoco vamos a perder lo que tenemos acumulado en nuestro tejido graso, ya que el proceso de quemar las grasas se va a ralentizar para conservar al máximo los recursos disponibles.
De esta manera es muy difícil perder peso, o si lo perdemos, en el momento que dejemos esa dieta hipocalórica, recuperaremos todo el peso perdido o incluso cogeremos algún kilo más. Esta reacción es el tan temido “rebote” al que nos exponemos después de una dieta muy baja en calorías. Todo lo que comamos irá al “almacén”, nos desesperaremos y vuelta a empezar…