Para el cerebro es agotador incorporar nuevos hábitos, lo más sencillo es continuar con las rutinas aunque estas nos perjudiquen.
Muchas veces nos sorprendemos siendo incoherentes; lo que sabemos y decimos es completamente opuesto a lo que hacemos.
Cuántas veces nos hemos apuntado a un gimnasio y no vamos, o no nos hemos resistido a picar entre horas, o hemos seguido con una persona que nos hace sufrir, o nos planteamos vivir más al margen de las redes sociales o del móvil y no lo conseguimos, o hemos querido buscar un rato al día o a la semana para tener contacto con la naturaleza y no lo logramos …. así podríamos seguir y no terminaríamos. Nos hacemos esclavos de nuestros instintos y dejamos de ser libres.
Otro aspecto de la falta de voluntad es que cuando tenemos que tomar una decisión hace que nos pueda lo inmediato, que pensemos únicamente en los beneficios presentes o a corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias.
Pero igual que adquirimos rutinas que no son buenas para nuestra salud física y emocional, también se puede trabajar la adquisición de hábitos positivos para nuestra vida.
¿Cómo podemos entrenar nuestra voluntad?
Partiendo de la base que la fuerza de voluntad reduce nuestros impulsos negativos, merece la pena preocuparnos un poco por intentar desarrollarla.
Cuando tenemos ejercitada la voluntad se consiguen frenar más del 80% de los impulsos no deseados.
La fuerza de voluntad opera como un músculo; se fortalece con la práctica, se fatiga con el uso excesivo o se atrofia con la falta del mismo.
Algunas de las cosas que podemos hacer:
– Establecer claramente el objetivo qué es lo que queremos conseguir.
– La motivación es la gran aliada, cuando la motivación parte de nuestro interior y no es controlada externamente, es más fácil el logro de metas; interiorizar para qué queremos conseguirlo y cómo nos va a beneficiar.
– Llevar registros de los logros, aunque también de las veces que cedemos al impulso.
Contabilizar y visualizar es importante para tener presente como vamos avanzando. Esto nos ayuda a prestar más atención a lo que hacemos.
– Confiar nuestro objetivo a alguien de confianza compartir nuestros propósitos con los demás nos ayuda a aumentar nuestro nivel de atención y además obtenemos una recompensa inmediata cada vez que nos superamos. Un apoyo extraordinario sería alguien que se marcase el mismo objetivo que nosotros .
– Salir de la rutina y hacer las cosas de otra manera ayuda a incrementar la voluntad.
– Perdonarnos los errores no quedarnos bloqueados por la culpa, que es muy adictiva, ni vivirlos como un fracaso.
– Identificar las posibles molestias que van a surgir cuando nos pongamos un reto. Nos ayudará a estar prevenidos antes de que nos asalten inesperadamente.
En determinados casos puede ser necesaria ayuda de profesionales, sobre todo cuando la falta de voluntad va asociada a trastornos psicológicos como déficit de atención / hiperactividad, trastorno antisocial de la personalidad, trastorno límite de la personalidad, adicciones, trastornos en la alimentación, trastornos de control de impulsos…
Fuente: “Entrena tu cerebro”. Autora Marta Romo